Hace apenas una semana se oficializó el despido de Nyck De Vries por parte de Red Bull y acababa así su andadura en el equipo AlphaTauri tras solo 10 carreras disputadas con los de Faenza. Lo peor de todo es que es el ejemplo perfecto de una crónica de una muerte anunciada. El Dr. Marko no le tiembla el pulso y la historia habla por sí sola.
Siempre es muy bonito pensar en llegar a formar parte de la familia Red Bull. No es de extrañar, en la última década ha sido uno de los mejores equipos de la Fórmula 1. Por ello es algo a lo que aspiran todos los pilotos. Sin embargo, ha quedado plasmado en muchos casos que no hay que dejar creer que todo es un camino de rosas. El lado oscuro que implica entrar es una presión enorme y un nivel de exigencia y brutalidad que no se ve en otra escudería del paddock.
Falta de paciencia con los jóvenes
El último en vivirlo en sus propias carnes ha sido De Vries, que manco precisamente no es. Es campeón de F2 y con un Williams se coló en los puntos en la única carrera que hizo la temporada pasada. Casi nada. No es menos cierto por eso que la presente campaña era un desastre hasta el momento. Junto a Logan Sargeant era el único sin un solo punto de la parrilla y el mejor resultado fue un 12º en Mónaco. Podíamos esperar que su futuro se tambalease en medio del parón veraniego. Pero Marko le dio el golpe final antes de eso. Con Tsunoda se ha tenido más manga ancha porque el apoyo de Honda de detrás es bienvenido en las arcas austriacas.
Y es que al mandamás de Red Bull ya desde sus inicios se le conoce por esa falta de paciencia con sus jóvenes promesas. Se puede llegar a entender porque en la F1 no hay nada que regalar pero la facilidad con la que se fulminan pilotos no deja de asombrar. Ya en los inicios de Toro Rosso con Klien, Speed o Liuzzi vimos como cambiar de pareja de pilotos frecuentemente no era un problema. Más paciencia tuvieron con el compañero de Vettel en 2008, Sebastian Bourdais, cuatro veces ganador de la Champs Car. Lo hizo peor que el alemán pero le dejaron aguantar media temporada en 2009, aunque su destino fue el mismo. Cortado en medio del calendario.
La tensión con Alguersuari
Jaime Alguersuari era un diamante en bruto y en la cúpula de Red Bull lo sabían. Por eso lo convirtieron en el piloto más joven en debutar sustituyendo a Bourdais a partir de Hungría. Junto a Buemi estuvieron hasta 2011 con muy buenos resultados, de los mejores bagajes en la corta historia de Toro Rosso. Pero eso no fue suficiente y les bajaron del proyecto a los dos sin previo aviso.
De un día para otro Jaime se vio fuera de la F1 y a partir de ahí su carrera en automovilismo se fue evaporando año a año. Llegó como un proyecto ilusionante. Pero las tensiones vividas con Marko, algunas captadas en imágenes, acabó truncando su carrera. Más suerte tuvo Buemi ganando títulos en la Fórmula E y en el Mundial de Resistencia. Talento al suizo no le faltaba.
Kvyat, usado y crucificado
Daniil Kvyat es otro caso de los que no se olvidan. El ruso debutó con Toro Rosso en 2014 acompañando a Jean Eric Vergne, otro que estuvo haciendo méritos pero nunca tuvo la oportunidad. Ese año se vio superado por el francés pero fue elegido por Red Bull para sustituir a Vettel que hacía las maletas a Ferrari. 2015 no fue malo y acabó delante de Ricciardo.
Pero en 2016 llegó el calvario. Las primeras cuatro carreras fueron un calvario para el ruso y para sorpresa de todo el mundo en el GP de España lo bajaron a Toro Rosso de nuevo. Fue un shock. Su lugar lo pasaría a ocupar un tal Max Verstappen. Subió y ganó a la primera. El resto es historia. Por lo que respecta a Kvyat el destino le deparaba algo peor. Anclado en el pasado, aguantó hasta mediados de 2017. Después le repescaron porque no tenían nada más en 2019, pero se volvió a acabar la historia para 2021.
El sustituto de Ricciardo, otro caso
Acompañar a Verstappen es sinónimo de sufrir. El neerlandés es un animal y las comparaciones son odiosas pero hasta la llegada de Checo nadie se ha asentado después de la marcha de Ricciardo. De hecho el mexicano, tres temporadas después, está más entredicho que nunca. Pero Pierre Gasly duró solo medio año. El francés prometía bastante pero los nervios le pudieron en ese 2019 y lo bajaron a Toro Rosso tras media temporada frustrando todo un sueño. De la prisión de los de Milton Keynes no salió hasta que Alpine decidió ficharlo a última hora tras el fracaso en el caso Piastri. Si no aún seguiría allí.
Lo sustituyó Albon, que en una temporada y media solo consiguió dos podios. A pesar de mejorar a Gasly tampoco destacó y otra carrera que daba un paso atrás. Ahora con un Williams, donde tiene la total confianza, se está saliendo. Y a día de hoy, no se descarta la llegada de nuevo de Ricciardo. Para que véais como funcionan las cosas con Marko y compañía.
Pilotos como Carlos Sainz estuvieron en la recámara durante una eternidad y nunca se le acabó dando la oportunidad de dar el salto. Ni con los mejores resultados de la historia de Toro Rosso. Otros nombres conocidos como el de Dani Juncadella se bajaron antes incluso. Ser subcampeón de las BMW Series no era suficiente para seguir en el programa de jóvenes pilotos. El listón lo pone Marko y precisamente bajo no es.