La acertada cancelación de Imola vuelve a abrir el debate sobre un calendario sobrecargado en la F1
Es triste que haya tenido que ser un acontecimiento tan aleatorio como apocalíptico el que haya provocado una cancelación de una ronda de F1. Una competición que había corrido con misiles cercanos al circuito, tifones (fatales en sus consecuencias) e infinidad de sucesos por los que se debería haber cancelado un GP, ha acabado entrando en razón.
Calendario extenuante
El primer mal (visto desde el prisma de los interinos en el Circo) es sin duda el calendario: cada año más rondas, viajes por todo el mundo, dos o incluso tres fines de semana seguidos corriendo y con desplazamientos que a veces se escapan de la lógica. La imprenta ecológica, cuestionable en las acciones y aplaudible en las palabras de una categoría que busca ser ejemplarizante excepto en materia propia. Ya sabemos que consejos doy que para mí no tengo, y esa es la política que ha aplicado la F1 desde los últimos años.
La hibridación, un I+D sin alma
La llegada los motores híbridos (2014) puso a la F1 en el primer plano de la vanguardia y la investigación de nuevos motores impulsados parcialmente por combustión y el resto por fuentes eléctricas. Desde aquel momento, las marcas aún presentes en el ‘Gran Circo’ han destinado cuantiosos recursos a lograr perfeccionar unos sistemas de recuperación de energía que están llamados a utilizarse en vehículos de calle.
Agotado ese I+D y tras miles de mjllones invertidos (pregunten en Sakura), el resultado ha sido nefasto para el aficionado: motores silenciosos, con modos variados de potencia y centrados más en la gestión que en el bien llamado pure racing, un bien ya escaso en la F1.
Monoplazas voluminosos dependientes del DRS
En cada actualización normativa (la primera en 2017), los monoplazas han ido aumentando su tamaño a lo largo y a lo ancho, algo que ha ido menguando el número de adelantamientos y ha convertido la F1 en un teatro procesionario en el que solo un alerón retráctil aporta la emoción. No es valiente afirmar que la competición ha perdido su alma máter, siendo ahora un scalextric ficticio en el que la gestión es lo único importante.
Habrá que esperar a 2026 como siguiente bala en la recámara para un aficionado que cada vez se siente más olvidado. Circuitos urbanos, políticas medioambientales y acuerdos millonarios con países con dudoso respeto por los derechos humanos, hacen preguntarse al humilde servidor que dirige estas palabras: Quo vadis, F1?, ¿hacia dónde te diriges, F1?
Mi padre me inculcó la pasión por la gasolina, una pasión que hoy es un sueño muy vivo. Desde la cuna del karting hasta la F1 he podido cumplir parte de ellos, aunque todavía queda mucho por hacer. Tengo 25 años y muchas ganas de seguir creciendo. El periodismo digital transparente aún es posible.