Cuando yo era pequeñito -sí, aunque no lo crean hubo un tiempo en el que yo fui pequeñito- a mi padre le encantaba hacer los pasatiempos que un señor llamado Pedro Ocón de Oro publicaba en diversos medios nacionales.
El nombre del imaginativo creador siempre me hizo gracia. Tanta como el de la Editorial Tomás Tocino e hijos, que era la responsable de publicar los famosos Anuario Dinámico, una guía de lo que nos iba a deparar cada nueva Liga que con tanta ilusión esperaban algunos a finales del verano. Ríanse ustedes de la Wikipedia con la gran cantidad de datos que contenían aquellos pequeños libritos que mis amigos Sergi Mas y Felipe del Campo siguen atesorando con fervor.
Por eso, cuando Esteban Ocon irrumpió en escena en la F1 fue un piloto que me cayó simpático. Por eso y por sus orígenes españoles, y por que una buena parte de su familia (periquitos de pro, por cierto) reside en Catalunya.
Pero el sábado, en la carrera al sprint de Interlagos, no me acordé de los pasatiempos que hacía papá sino de la editorial que hacía posible el Anuario Dinámico.
Así no, Ocon
Al de Alpine se le fue la pinza con la forma de plantarle cara a Fernando Alonso. Y no era la primera vez que esto sucedía entre ambos.
Cuando vi a Esteban arrinconar al español en la subida hacia la meta, me acordé del pavoroso accidente que Fernando tuvo en el mismo lugar en 2003, cuando chocó con los restos del Jaguar con el que su amigo Mark Webber había impactado bajo la lluvia contra el mismo muro de Arquibancadas con el que estuvo a punto de estamparse este sábado por el ímpetu de Ocon.
Probablemente, Alonso se equivocó presionando por detrás a Ocon en la curva de Junçao, lo que le costó perder el bigote izquierdo de su coche y de milagro no provocó un pinchazo en el de su “compañero” de equipo. Lo de Ocon fue peor.
Siempre se ha dicho que el peor rival de todo piloto es su vecino de box. Cierto. Pero de aquí a confundir rival con enemigo hay todo un trecho. Claro que no faltan voceros a los que les gusta azuzar artificialmente el fuego de la competencia con términos que no hacen sino elevar la violencia hasta que pueda confundirse con la pericia.
Y lo que viene no parece mejor
El año terminará sin la oportunidad de establecer una buena relación entre Alonso y Ocon. Y la culpa no habrá sido de nadie más que del propio equipo, que ha permitido que la tensión escalara hasta este punto. Una lástima, sin duda.
Siempre he tenido a Esteban por un buen piloto, pero determinadas formas de intentar sacar brillo a su calidad no me parecen razonables.
Y lo peor para Alonso es que su compañero en Aston Martín para el año próximo no será muy diferente. Lawrence Stroll también se “lució” en Sao Paulo con la absurda y peligrosa oposición que le plantó a Vettel… su “compañero” de escudería. Con amigos como estos…
Poco elegante me parece el recurso de quien pretende dejar atrás su mediocridad a base de jugar con la vida de un campeón del mundo. Por mucho que sea “el hijo del amo”.
Alonso debería tomar nota de lo que es capaz el canadiense incluso cuando lo que hay en juego es tan poca cosa. Tal vez haya que marcar territorio desde el minuto uno, y más con los precedentes históricos que ha vivido en varias ocasiones, porque quien con niños se acuesta…
Periodista, como Tintin. Cuando empecé a publicar (con 13 años) mis crónicas en la revista Motociclismo, yo quería dar la vuelta al mundo, subirme a la luna en un cohete rojo y blanco y viajar hasta el Tibet en moto.
Un día me llevaron a Montjuic, olí la gasolina y me enamoré. Allí fue la primera vez de casi todo. Y aquí sigo, casi 50 años después, escribiendo y hablando de coches y motos, tras haber pasado por unas cuantas revistas, periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión.
He visto centenares de carreras en todos los circuitos, pistas, carreteras y desiertos de todo el mundo. Y me siguen gustando tanto como aquel primer día. Pero lo del cohete aún lo tengo pendiente.