Ya me disculparán ustedes, pero debe ser cosa de los rigores prostáticos de la edad, pero no puedo por menos que desorinarme cuando escucho los argumentos -a favor y en contra- de proponer la F1 como deporte olímpico. Y no es que mi aprecio hacia la cosa del motor sea discutible precisamente, pero perdónenme por el estado anímico que me genera semejante propósito. ¿La F1 olímpica? “Amos”, anda… pasa p’allá bobo.
Claro que ya no me sorprende la opinión de nadie, y menos en unos tiempos en los que se ha cuestionado el más mínimo detalle de la ceremonia inaugural de París 2024; se ha masacrado la calidad del agua del Sena para el Triathlon, más “merdique” que “grandeur”; se ha denunciado que la falta de profundidad de la piscina usada en las pruebas de natación es la causante de la falta de records; se ha machacado la calidad del tatami del Campo de Marte… Y así todo con los juegos galos hasta dejar a todos los títeres del guiñol/guignol/marionette más descabezados que Maria Antonieta. ¡Qué suerte tenemos de tener gente que lo sabe todo, todo y todo!
Y uno pudiera pensar que tal ejercicio criticón emana de la inquina que desde este país siempre se ha tenido a los vecinos del norte, como ya demostró el Timbaler del Bruc cuando les echó de una manera tan poco hospitalaria y acogedora a base de darles la turra con su tamborcito con sensurround 3D incorporado.
Pero no. Fíjense que asaz “modalidad olímpica” también se practica de los Pirineos hacia abajo. Y como ejemplo, la increíble -por absurda- moda de poner ahora a parir a Rafa Nadal, como si no se hubiera ganado por méritos propios a decidir si se jubila o si sigue dándole a la raqueta. Bolas nuevas, reclaman los que niegan al de Manacor a hacer lo que le salga precisamente de ahí.
Oigan, y en el mundo del motor tres cuartos de lo mismo. Hay qué ver la cantidad de “sabios” que han opinado las dos últimas semanas sobre la idoneidad del fichaje de Sainz por Williams sin saber la realidad de la intra-historia que le ha conducido hasta su firma con los de Grove, los entresijos de todo lo que ha pasado en los últimos meses, ni la veracidad de las supuestas propuestas de Audi, Mercedes, Alpine, Red Bull o si me apuran de Goggomóbil, la única marca que les quedó por meter en la ecuación de los pretendientes.
Sabiendo cómo es Carlos Sainz -cómo son los Sainz padre e hijo, en realidad- estoy seguro que la decisión de irse a Williams es el resultado de un exhaustivo análisis en el que se habrán escrutado bajo el microscopio todos los detalles, los pros y los contras de las diferentes propuestas recibidas, y se habrán estudiado al detalle los programas presentados.
Hay que tener mucha determinación para dejar a una novia como Audi plantada en el altar y con el ramo nupcial en la mano. Y Carlos lo ha hecho sin el más mínimo titubeo.
En la histórica Sauber se está viviendo estos días una autentica revolución, con una serie de movimientos que no arrojarán dividendos de la noche a la mañana.
Algunas de las incorporaciones a su staff acreditan no solo ganas de hacer bien las cosas, sino también llevarlas en la dirección correcta.
Pero los de Hinwill tienen un problema muy grave ya actualmente: su dupla de pilotos. Bottas está más en la puerta de salida de la F1 que a otra cosa; su nueva faceta más pendiente del rollo instagramer que de otra cosa acredita que el bueno de Valtteri no anda centrado en su quehacer profesional. Y de Guanyu Zhou, qué decir… Creo que todo lo que podía aportar ya lo hemos visto.
Pero, claro, ¿qué sentido tiene “gastar” ahora en pilotos buenos, en gente que sepa sacarle todo el potencial al coche nuevo y al equipo que se está forjando si aún no existe lo fundamental: el coche?
Y Carlos ya no está para más esperas, para más “traiciones” como la que le ha hecho injustamente, inmerecidamente, indecentemente Ferrari.
Sainz tiene que velar por sus intereses, y que los Williams lleven el motor Mercedes es, cuanto menos, una garantía a considerar que probablemente habrá tenido su peso en la decisión del español.
Y en “las motos” tambiñen cuecen habas. No he leído, visto o escuchado valoraciones más sangrantes que en España sobre la evitable maniobra de Marc Márquez sobre Nicolo Bulega en la última curva de la Race of Champions en el World Ducati Weekend disputado recientemente en Misano.
Al de Cervera no le faltan enemigos en Italia, donde le conocen como el “Caníbal”, para recibir ahora más dentelladas desde aquí por parte de ese hatajo de hambrientos de la red, de ese ejército de famélicos del YouTube que, como si fueran el glotón Carpanta, buscan sacar su vientre de penas a base de “likes” que lo único que sacian es su ego.
Reflexionen quienes critican a Nadal, a París o a Márquez, y que se auto-cuelguen la medalla de cartón. La que les corresponde.
¡Cuánto daño causa el cambio climático… también en las meninges de algunos!