Parece que llega a España una ola fría que está haciendo saltar todos los alarmas. Por fin, parecía que no pero ya tenemos aquí el frío invierno, una estación que suele tener sus propias particularidades a la hora de ponernos al volante de nuestro coche. Y es que las bajas temperaturas pueden provocar que nos encontremos hielo o nieve en las carreteras. Por ello, es importante tener en cuenta ciertos consejos de cara a conducir con nieve.
La seguridad debe ser siempre la máxima prioridad cuando rodamos con nuestro automóvil, por lo que es importante saber cómo evitar situaciones de riesgo que pueden producirse durante los meses más fríos del año. Hay que tener en cuenta que, en esta época, es habitual que el asfalto no se encuentre siempre en las mejores condiciones de adherencia.
Coche en buen estado y habilidades al volante
Para no comprometer la seguridad, nuestro vehículo debe estar siempre en buen estado en todos los ámbitos, tanto a nivel puramente mecánico como en lo que se refiere al desgaste de neumáticos, entre otros aspectos. Pero esos no son los únicos factores a tener en cuenta, sino que cabe destacar también el importante papel que juegan nuestras habilidades de conducción invernal.
Existen claras diferencias entre ponerse a los mandos de nuestro coche en verano o en invierno. En el segundo caso, suele haber peor visibilidad y los neumáticos necesitan más tiempo para calentarse y adherirse de forma adecuada a la carretera.
A mayor frío, menor adherencia
En este sentido no hay que olvidar que, cuando bajan las temperaturas, los neumáticos se endurecen y pierden parte de su flexibilidad. (Aquí te lo explicamos). Ello reduce sus capacidades tanto de amortiguación como de adherencia. Por este y otros motivos que repasamos a continuación, es preciso adaptar nuestro comportamiento al volante durante la conducción invernal.
Una de las principales circunstancias que debemos considerar cuando se trata de manejar un automóvil sobre nieve o ante posibles placas de hielo consiste en que el vehículo tiende a no comportarse de manera intuitiva. Ni los neumáticos agarrarán de forma óptima ni la frenada será igual de efectiva que en condiciones secas y de temperaturas más altas.
Conducir con nieve implica dejar más distancia
Por ello, aumentar la distancia de seguridad con el vehículo que nos precede será crucial para evitar situaciones de riesgo o incluso accidentes. La anticipación se convertirá en una de nuestras grandes aliadas pues, aunque nuestro tiempo de reacción pueda ser el mismo que en un día de verano, la distancia de frenado será generalmente bastante mayor.
Durante la conducción invernal, también es relevante rodar a una velocidad inferior a la que circularíamos en condiciones normales en épocas más cálidas. Y es que hay que tener en cuenta que si el firme está deslizante, el agarre será más bajo. Sobre nieve, es recomendable arrancar en segunda marcha si es posible y circular en marchas largas, lo que hará que las ruedas patinen menos.
Atención a los adelantamientos
Los adelantamientos pueden convertirse en una situación de riesgo en carreteras nevadas o con hielo. Por este motivo, debemos analizar si merece la pena adelantar al vehículo que circula delante y, si es así, hay que realizar la maniobra prestando mucha atención y de forma muy cuidadosa. Tengamos en cuenta que las reacciones del resto de conductores y vehículos pueden cogernos por sorpresa cuando el firme no está en las mejores condiciones de agarre.
Al margen de los adelantamientos, es preciso tener en cuenta que cabe evitar cualquier tipo de maniobra brusca al conducir sobre nieve. Realizar cambios repentinos de dirección o fuertes frenadas pueden hacer que el coche pierda estabilidad, por lo que lo mejor será mover el volante y frenar de forma suave, en la medida de lo posible. Aprovechar el freno motor puede ayudarnos en determinadas circunstancias, si bien por regla general será más adecuado llevar marchas largas.
No nos pasemos con la calefacción
La temperatura del habitáculo también es importante para la conducción invernal. Viajar a 21 grados es lo más recomendable para que no se empañen los cristales y para que la somnolencia no se convierta en un problema (suele aumentar con la temperatura más elevada).
Además de todos los consejos repasados, no hay que pasar por alto el apartado de las cadenas para la nieve. Por supuesto, durante el invierno debemos llevarlas siempre en el maletero, por si acaso. Y es más que aconsejable que las instalemos un día a modo de prueba en condiciones normales y no esperar a necesitarlas para aprender a ponerlas.
Saber poner las cadenas con antelación
El frío en las manos y la presencia de nieve pueden complicarnos el tema de la instalación de las cadenas más de lo necesario. Si llevamos la “lección” aprendida con antelación, el proceso será más rápido y sencillo. Y si tenemos en cuenta todas las claves repasadas, a buen seguro que conducir con nieve ganará en seguridad cuando nos encontremos con hielo y nieve.