Café del Paddock Express: Resacón en Las Vegas

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Con el eco del rugido de los motores el GP de Las Vegas 2023 de la F1 apagándose en el desierto de Mojave de Nevada, Josep Lluís Merlos desgrana en su habitual “Café del Paddock Express” sus claves.

Pintaba fatal. La primera jornada de acción fue un verdadero desastre. Empezando por el susto que se llevó Carlos Sainz con la famosa tapa de alcantarilla que salió volando y le destrozó el coche. Y terminando por la decisión de no permitir el acceso al público por “razones logísticas”. O sea: por seguridad.

Luego, la penalización aplicada al madrileño por la obligada sustitución de determinados elementos mecánicos de su Ferrari –afectados por el impacto de tan contundente objeto– apuntaba a que la carrera iba a ser un desastre.

Afortunadamente, todo salió bien en la carrera del domingo. Y ello pese al mal fario que supuso la rotura del coche destinado a Lewis Hamilton para el Driver’s Parade, que dejó la recta de salida más aceitosa que la paella de una churrería en San Isidro.

GP de Las Vegas

¡Qué espectáculo!

El GP de Las Vegas 2023 evolucionó con fluidez, el espectáculo deportivo fue magnífico. Y, pese al susto que se llevó Lando Norris al chocar su McLaren contra la barrera, no pasó nada grave. Pero pasará, tarde o temprano. La salvaje velocidad a la que se rueda en el Strip convierte esta pista en la sexta más rápida del Mundial de F1.

Aquí los coches van a toda mecha, y las protecciones aguantan. Hasta que dejen de hacerlo, o hasta que alguna pieza de un coche vuele contra una grada repleta de espectadores.

Correr en un circuito tan rápido, con un asfalto tan deslizante, y en una época del año con temperaturas tan bajas es una temeridad. Aunque Las Vegas sea la capital mundial del juego, la vida no es algo que dependa de una bolita girando en la ruleta.

Un ambiente tan ‘fake’ como su Tour Eiffel

Para gustos, colores. Y en Las Vegas hubo muchos. Tantos, que incluso el exceso lumínico, cromático y de bótox llegó a empacharnos. Pero, oigan: si hay quien le gusta esto, adelante. Nada que objetar. A mi no me gustó, pero respeto todas las opiniones.

Las Vegas me pareció un Singapur para nuevos ricos. Y aunque ha habido quien me ha llamado “boomer”, viejuno, trasnochado, o de “dármelas de entendido” por valorar otro tipo de circuitos, es lo que pienso. Y lo expreso porque me da la real gana.

El show preliminar a la salida fue enorme. La densidad de VIPS y cantamañanas moneando y pelando la pava por la parrilla, estratosférica.

Pero entre la canica gigante que iba cambiando de colores más veces que un político de chaqueta, el brilli-brilli general, y otros detalles que convertían el circuito americano en un congreso para interioristas de restaurantes chinos el empacho de oropel llegó a ser indigesto.

Las Vegas ha sido a la F1 lo que es el material que venden en el Top Manta a las joyas de Tyfanny’s.

Tal vez habría que darle una vuelta a la excesiva efervescencia que hubo en la parrilla y valorar si el crepitar de esa Hoguera de las Vanidades es lo más sensato. Si es lo más adecuado para unos deportistas que minutos después de semejante torrente de apariencia se van a jugar la vida durante casi dos horas. La imagen de los pilotos agazapados en sus boxes hasta el último momento intentando evitar tal vendaval de postureo hasta el justo momento de subirse al coche nos hace pensar que no.

Eso sí. La realización televisiva de semejante bazar de la purpurina, de tal orgía de la silicona, del spot más largo de la historia dedicado a vendernos “la Ciudad del Pecado”, estuvo impecable… Hasta que empezó la carrera.

Cuando lo importante parece ser el envoltorio

La penúltima carrera del año tuvo un desenlace imprevisible. Fue una prueba difícil de seguir, y muy complicada para transmitir desde el punto de vista de la imagen. Pero incluso antes de que empezara el festival, la realización televisiva no estuvo a la misma altura de lo que había demostrado en los preliminares.

Tardaron mucho en mostrarnos la repetición de la salida, y mucho más en detallarnos algunas acciones como el trompo que tuvo Fernando Alonso en la primera curva.

Igualmente se perdió la mayor parte del festival que protagonizaron Sainz, AlonsoCheco Pérez al inicio de la carrera desde la cola de la clasificación.

No vimos apenas la buena carrera de los Williams al principio, ni el sufrimiento de los Mercedes en el tramo final, o la magnífica remontada de Piastri. Eso sí: no perdimos detalle de la fachada de ningún hotel, de las gansadas del DJ de turno, o de los chorritos de las fuentes de ese templo consagrado a la horterada.

Leaving Las Vegas

Pero también hubo cosas que se hicieron muy bien. Como por ejemplo, la actuación diligente, rápida y valiente de los comisarios de pista en los diferentes incidentes que hubo y que propiciaron varios VSC y diversas apariciones del Safety Car.

O también la aplicación de las sanciones durante la carrera. Los cinco segundos a Max Verstappen por el block-pass a Charles Leclerc en la salida. O los que le metieron a Russell por su choque, también. Pero nada de eso nos borra el enojo por la metedura de pata con Sainz del primer día. Si Carlos merecía algo eran disculpas por haber jugado irresponsablemente con su vida. Mal, muy mal.

El GP de Las Vegas 2023 con su recta interminable de casi ¡2 kms! –¿ya no nos acordamos de lo que medía la antigua recta del Mistral en el Paul Ricard, verdad?– que deja en ridículo la de Bakú. Y su paddock incluso más bestia que el de Shanghai provocó disparidad de opiniones.

Reducir la emoción de la F1 a la “velocidad punta” de los coches es simplista. Esto no es un óvalo, y estas carreras no tienen nada que ver con las 500 Millas. En la recta todos, o casi todos, saben ir al máximo… de lo que les permita su motor, claro.

Pero, entonces ¿por qué resultó tan interesante esta carrera?

¡Más de 80 adelantamientos!

En el GP de Las Vegas 2023 hubo hasta ¡82 adelantamientos! Una brutalidad. Sobretodo, si tenemos en cuenta que muchos creíamos que iba a haber muy pocos.

Sin duda, el cambio a última hora de una zona de DRS fue decisiva para que esta carrera se convirtiera en la cita con más adelantamientos del año de cuantas se han corrido esta temporada en seco. Cuatro de estos adelantamientos lo fueron por la primera posición, que también cambió de propietario en otras dos ocasiones por efecto de los aciertos estratégicos en la planificación de los cambios de ruedas, condicionados por los Safety Car y los VSC.

Pero vayamos más allá. Pirelli trajo para esta carrera sus tres compuestos más blandos (C3-C4 y C5). Fue un riesgo importante en un circuito con tanta velocidad y con un asfalto muy frío y resbaladizo que maximizaba la aparición del grainning, como así fue.

Pero la apuesta fue acertada. Vimos como el neumático medio caía de golpe y porrazo como hacía tiempo que no veíamos. Y, en cambio, el más duro se convirtió en el protagonista de la carrera a medida que la temperatura era más baja, el circuito se engomaba y los coches eran más ligeros por el consumo de carburante. El mundo al revés.

Y si tradicionalmente se critica a Pirelli por su habitual conservadurismo, esta vez hay que aplaudir su selección, que resultó fundamental en un circuito tan especial como este.

Pues sí. Las Vegas y su GP aprobaron. Pero necesitan mejorar, y tal vez ser reubicados en un momento distinto del calendario para eludir temperaturas tan frías.

 

Café del Paddock

by Josep Lluís Merlos

Periodista, como Tintin. Cuando empecé a publicar (con 13 años) mis crónicas en la revista Motociclismo, yo quería dar la vuelta al mundo, subirme a la luna en un cohete rojo y blanco y viajar hasta el Tibet en moto.

Un día me llevaron a Montjuic, olí la gasolina y me enamoré. Allí fue la primera vez de casi todo. Y aquí sigo, casi 50 años después, escribiendo y hablando de coches y motos, tras haber pasado por unas cuantas revistas, periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión.

He visto centenares de carreras en todos los circuitos, pistas, carreteras y desiertos de todo el mundo. Y me siguen gustando tanto como aquel primer día. Pero lo del cohete aún lo tengo pendiente.

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