El 56% de los conductores aseguran no tener alternativa de transporte público

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Más de la mitad de los conductores en las áreas metropolitanas alrededor de grandes ciudades afirman no tener una alternativa viable en transporte público para sus desplazamientos diarios, según un estudio reciente del RACC. Esta investigación, que analiza los hábitos y percepciones de más de 2,000 usuarios de vehículos privados revela que un 56% de los conductores depende del coche por falta de opciones en transporte público. Se quiere limitar el uso del vehículo particular, pero ¿cómo sustituirlo?

El perfil del conductor que va a trabajar por las mañanas

Aunque el estudio está basado en Barcelona y su primera corona metropolitana, los datos que arroja este análisis del RACC son perfectamente extrapolables a otras grandes capitales. 

El informe revela que los usuarios de vehículos privados son en su mayoría hombres, con un rango de edad entre los 30 y 64 años. Este grupo etario es particularmente activo en el ámbito laboral, lo que subraya la función del vehículo privado como una herramienta esencial para el trabajo y la vida diaria donde se prioriza la comodidad.

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No obstante, un 60,7% de estos usuarios pertenecen a un perfil socioeconómico medio o bajo, lo que indica que, para muchos, el coche o la moto no son un lujo, sino una necesidad.

Esta necesidad se refleja en la dependencia del vehículo privado, especialmente en áreas donde el transporte público puede no ser suficiente para cubrir las demandas de movilidad. En muchos casos, las personas con un perfil socioeconómico medio o bajo no pueden permitirse el lujo de vivir en el centro de la ciudad (porque los precios del alquiler llevan años disparados), donde las opciones de transporte público son más abundantes y eficientes. 

En cambio, residen en la periferia o en la primera corona metropolitana, lo que se conoce tradicionalmente como “ciudades dormitorio”, en las que la infraestructura de transporte público puede ser limitada, irregular en cuanto a frecuencias, no ajustarse bien a sus horarios laborales o tardar demasiado como para que compense su uso.

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Patrones de movilidad: coches y motos

La muestra encuestada destaca que el 56,5% de los usuarios del vehículo privado realizan trayectos fuera de la gran metrópolis o de conexión, es decir, con origen o destino en la ciudad. Esto subraya el papel del vehículo privado no sólo como medio de transporte interno dentro de la ciudad, sino también como una conexión vital entre el lugar de trabajo y los municipios periféricos.

Dentro de la ciudad, el uso de la moto es particularmente significativo, representando un 64,6% de los desplazamientos internos frente al 33% del coche. Este dato refleja la practicidad de las motos en entornos urbanos densos, donde el tráfico y la dificultad para estacionar pueden hacer que el coche sea una opción menos atractiva.

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También se explica por la gran oferta de scooters de los últimos años, que se han presentado como una opción asequible y muy barata para moverse para aquellos usuarios del permiso B con una antigüedad de más de 3 años (en el caso de las 125cc).

Además, el uso de la moto es notablemente alto entre las mujeres (31%) en comparación con los hombres (34,9%), lo que vuelve a sugerir que la moto es vista como una alternativa más ágil y accesible para moverse dentro de la ciudad. 

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También 3 de cada 10 usuarios afirman que viajan con acompañantes, lo que indica que el uso del transporte privado no solo cubre las necesidades de una sola persona, sino también de varios individuos con diferentes obligaciones en la ciudad, ya sea el caso de una familia con niños a los que llevar al colegio o compañeros de trabajo que comparten desplazamiento al trabajo.

El transporte público y sus barreras

A pesar de los esfuerzos para promover el transporte público, el estudio del RACC destaca que una parte significativa de los usuarios de vehículos privados percibe que no tiene alternativas viables en el sistema de transporte público. El 51,1% de los usuarios de coche y moto considera que no tiene una opción de transporte público adecuada para sus necesidades. 

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Esta visión es aún más fuerte entre los residentes de la primera corona metropolitana, donde el 57,6% afirma que no existe una alternativa viable al vehículo privado.

Una de las principales razones citadas para no utilizar el transporte público es su lentitud. Esto es particularmente relevante para los motoristas de las ciudades más próximas, donde el 60% considera que el transporte público es ineficiente en términos de tiempo. 

Este dato refleja una barrera significativa para la adopción del transporte público, especialmente en áreas donde las distancias son más largas y las conexiones no son tan directas como en el centro de la ciudad.

Otra barrera importante es la comodidad percibida. Los usuarios del vehículo privado valoran la capacidad de controlar su entorno, la flexibilidad en los horarios y la comodidad de viajar sin las limitaciones que imponen los horarios y rutas del transporte público. 

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Es por ello que la valoración entre los conductores de su propio transporte privado es muy elevada. El grado de satisfacción es de 8,3 sobre 10, que además es superior en el caso de las motos por las ventajas que proporcionan. 

En general, para aquellos que tienen que hacer múltiples desplazamientos en un día, el vehículo privado ofrece una solución más directa y menos engorrosa que cambiar de trenes, autobuses o metros.

Las zonas de bajas emisiones

En el estudio realizado por el RACC, se analiza la distribución de etiquetas ambientales entre los vehículos de Barcelona y su primera corona metropolitana. Pero también es extrapolable a capitales como Madrid y a las ciudades donde se están implementando estas restricciones.

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 Según los datos:

  • El 48,1% de los usuarios de coches poseen la etiqueta C (verde), mientras que en el caso de las motos, esta cifra asciende al 60,8%.
  • El 26% de los conductores de coches y el 11,1% de los motoristas indican que sus vehículos tienen la etiqueta B (amarilla).
  • Un 52,7% afirma que cambiaría su vehículo por uno que cumpla con las nuevas normativas.
  • Un 10,6% optaría por dejar el coche y utilizar el transporte público (por obligación)
  • Un 35,1% aún no ha decidido qué hará ante esta posible restricción.

Las restricciones podrían generar problemas

La restricción de circulación para los vehículos con distintivo B en 2028 podría generar varios desafíos. Aunque más de la mitad de los afectados planean renovar su vehículo, el hecho de que un 35,1% aún no haya tomado una decisión sugiere una potencial incertidumbre que podría traducirse en problemas de movilidad y resistencia al cambio.

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La transición hacia vehículos más sostenibles podría no ser tan rápida como se desea, especialmente si los usuarios con perfil socioeconómico medio o bajo encuentran dificultades para asumir los costes de la renovación de su vehículo, y que ya sufren un exceso de costes relacionados con el precio de la vivienda y el coste de la vida en general por la inflación desmedida que padecemos. 

Esto podría generar una tensión adicional en la movilidad urbana, incrementando la presión sobre el transporte público, que ya de por sí enfrenta críticas en cuanto a su capacidad, velocidad y conveniencia. 

El plan de la Ley de Cambio Climático ya contempla establecer restricciones a aquellos vehículos sin etiqueta (la mayoría) en municipios de más de 50.000 habitantes o de apenas 20.000 con índices de contaminación altos.

¿Y qué pasa con el coche eléctrico?

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El estudio del RACC también indaga en las intenciones de compra de vehículos entre los usuarios. revelando datos significativos:

  • Solo un 13% de los usuarios de vehículos privados tiene planes de comprar un coche en los próximos años.

  • Entre aquellos que tienen previsto adquirir un coche, el 45,3% se inclina por un híbrido, el 18,6% por un vehículo de gasolina, el 10,9% por un diésel, y únicamente el 11,3% considera la opción de un coche eléctrico.

El estudio destaca que el principal obstáculo para la adquisición de vehículos eléctricos es su elevado precio: 

  • El 71,7% considera que son demasiado caros.
  • El 65,9% desconfía de la autonomía que ofrecen.
  • El 59% no tiene acceso a puntos de carga cercanos a su domicilio.

La adopción masiva de coches eléctricos, promovida por políticas ambientales y restricciones futuras, enfrenta serias dificultades, especialmente para las familias de la clase trabajadora. El elevado coste de estos vehículos representa una barrera significativa, que afecta en particular a los hogares con ingresos medios y bajos, que constituyen la mayoría de los usuarios de vehículos privados, que en base a los datos, es por necesidad. 

Además del precio, la autonomía limitada de los coches eléctricos y la falta de infraestructura de carga adecuada en áreas residenciales son factores que generan preocupación entre los posibles compradores. Si el 80% del parque móvil en España duerme en la calle por la imposibilidad de acceder a un garaje comunitario (ya sea por oferta o por precio), ¿cómo se puede plantear el ciudadano promedio en un vehículo así?

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Incentivos para el Transporte Público

El estudio del RACC sugiere que, para reducir la dependencia del vehículo privado, es fundamental no solo mejorar la infraestructura de transporte público, sino también ofrecer incentivos que hagan que las alternativas sean más atractivas. 

Esto podría incluir medidas como la integración tarifaria que facilite el uso de múltiples modos de transporte, la expansión de sistemas de transporte compartido y la oferta de incentivos económicos para la renovación de vehículos contaminantes, pues actualmente el Plan MOVES III se centra específicamente en coches eléctricos (EV), híbridos enchufables (PHEV) y vehículos con pila de combustible (FCV o FCHV), que se encuentran en el rango inaccesible para el ciudadano medio.

Peajes urbanos: la enésima tasa

El debate sobre la implementación de peajes urbanos ha generado un fuerte rechazo entre los conductores de la ciudad y su área metropolitana, a pesar de que este tipo de medidas están sobre la mesa. 

Las asociaciones ecologistas que promueven esta tasa hablan de hasta 4€ cada vez que se acceda al centro de la ciudad. Por si no fuera suficiente con todos los impuestos que pagan los conductores y el esfuerzo que muchos han hecho por cambiar su vehículo viejo a uno más “verde” cuando quizá no les hacía falta.

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Según el estudio del RACC, que preguntó a los usuarios por esta medida, más del 75% de los usuarios de vehículos privados están en contra de esta medida, y la calificación promedio de esta propuesta es de solo 1,9 sobre 10. Además, más del 60% de los usuarios se oponen radicalmente a la idea de tener que pagar para entrar o circular por la ciudad.

En ciudades como Londres, cualquier coche que no cumpla la normativa Euro6 está obligado a pagar 15€ diarios por acceder al centro de la ciudad. Y el camino es que este tipo de medidas acaben abarcando más y más.

De nuevo, la búsqueda de la destrucción del coche privado pone de manifiesto que apenas se está haciendo nada para adaptar las infraestructuras de transporte público, o, si se está haciendo, las medidas no son suficientes. 

La imposición de un peaje urbano podría añadir un coste adicional de hasta 1.000 euros al año para quienes acceden a la ciudad en coche, lo cual resulta insostenible para muchas familias.

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En definitiva, los datos sugieren que aunque el coche y la moto siguen siendo esenciales para muchos, especialmente en áreas donde el transporte público es insuficiente, hay un margen significativo para mejorar la adopción de alternativas más sostenibles que pasan por la mejora sustancial del transporte público.

Una gran parte de los usuarios usan el vehículo privado por necesidad, y quitarles ese derecho no hace más que empeorar la calidad de vida de una gran parte de la población que también vive en ciudades dormitorio por el alto coste de la vida de las grandes urbes. Si no se planifican bien las cosas, las medidas restrictivas (que siempre afectan a los mismos) harán que ir al trabajo cómodo y rápido sea una cosa de ricos.  

Sobre el autor

David Moreno

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